EL BURRO AUDAZ
Después de servir por veinte años a
su amo, el burrito pin-pin fue diagnosticado de una enfermedad muy severa en
sus patas y sus cascos, haciéndose inservible para la casa de su amo. El
despiadado amo le comisiono al capataz que se encargara el burrito ya que él no
iba a cargar con un burro inútil. El capataz cruel miro despectivamente al
burro y dijo:
--- a este burro es mejor
enterrarlo vivo.
Para esa tarea contrato diez
obreros para que cavaran un hoyo profundo donde el burro no pudiera salir.
Esa misma tarde se colocaron a
cavar el hoyo en presencia del burro. El burrito estaba muy triste al ver la
forma como terminaría su vida, después de servir diligentemente a su amo.
Después de un par de horas el hueco
era profundo y sin sentir ninguna compasión el burro fue empujado al fondo del
hueco causándole heridas considerables al pobre burrito. El jefe da la orden.
---échenle tierra a ese burro…
E inmediatamente el burrito sintió
la primera palada de tierra en la espalda, y otra y otra. El burrito pensó que
éste sería su final. Sin embargo al sentir la tierra en la espalda el burrito
se sacudía y la tierra iba cayendo junto a sus patas. ¡Ohh! El burro descubrió
que con la tierra que le echaban él podía ir creciendo. Y, ni los trabajadores,
ni el capataz se dieron cuenta que el burrito cada vez más se acercaba a la
orilla del hueco.
Entre más tierra le caía al burrito
más se sacudía y más iba subiendo, y de un momento a otro el burrito pego un
gran salto y salió de hueco y corrió tan fuerte que nadie pudo atraparlo y nunca
más volvió a ese ingrato lugar, y vivió libre el resto de sus días. Con la
lección aprendida: Con la tierra que te otros piensan sepultarte debes crecer y
salir del hueco.
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