domingo, 3 de septiembre de 2017

LA GRANDEZA DE CRISTO


LA GRANDEZA DE CRISTO


El, que ha existido desde la eternidad y que existirá por toda la eternidad, nació de una mujer y murió en una cruz.
El, que según la mente del Espíritu es Admirable, fue escupido por lo hombres
El, que según la mente del Espíritu es consejero, fue rechazado por los    hombres.
El, que es el Dios todopoderoso, fue crucificado en la más vil debilidad
El, que es el padre Eterno, llega a ser hijo que aprende la obediencia por medio de los sufrimientos que experimentó.
El, que es el príncipe de la paz, tuvo que pisar el lagar de la fiereza y de la ira del Dios Todopoderoso.
El, que es el Hacedor de todas las cosas, ocupó la cuna de un niño.
El, Santo, inocente, sin macha, apartado de los pecadores, fue hecho pecado a favor de otros.
El, que es el pan de vida que descendió del cielo, padeció hambre.
El, que es el Dador del agua sobrenatural de la vida, tuvo Sed.
El, que es el Don  de vida que Dios le ofrece al mundo perdido, tuvo que morir.
El, que estuvo muerto, vive para siempre.

(Teologia sistemática de Lewis Chafer Tomo II pag 452) 

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Él es el punto hermenéutico para descifrar al ser humano. 
Él es el camino al padre. 
El, es la exégesis de Dios, porque es Dios mismo. 
Él es Dios, Él es Jesús mi Dios y tu Dios.

Por Cristo puedo entender que no muero sino que dormiré en sus brazos. Por Jesús entendí que no me iba a condenar sino que estaba condenado. Por El, puedo creer en la vida venidera. El, es el ancla del alma cuando el mar tempestuoso quiere mi barca hundir, no importa cuánto sople el viento y se agite el mar, Él es mi ancla, allí me amarro y me ato a Él y mi barca no se perderá en lo inmenso del mar. Él es mi brújula. Mi presente y mi destino.